¿El final del drama griego?

Cuatro meses después de que advirtiéramos en este blog que el “grexit” estaba a la vuelta de la esquina, los líderes de la Eurozona han puesto a Tsipras en la tesitura de abandonar el euro de forma inmediata, en días, o aceptar un paquete de medidas para liberalizar y modernizar, sin más contemplaciones ni paños calientes, la economía griega en un plazo de tres años.

La izquierda radical española, la política y la mediática, han puesto el grito en el cielo ante la dureza de las medidas impuestas a Grecia, que consideran poco menos que un castigo al pueblo griego por su arrogancia al votar No en el referéndum convocado por Tsipras, ahora está claro que para nada.

Los líderes de Podemos han ido mucho más allá y se han lanzado en tromba contra los políticos europeos, acusándoles de mafiosos, gentuza, terroristas financieros y otras líndezas por el estilo.

El más exaltado de todos ellos, el tal Monedero, un agitador con ínfulas intelectuales ha llegado a escribir en un medio digital muy conocido la colección de bobadas que pueden leer en este enlace. ¿Para cuándo una auditoría de los procedimientos de acreditación del profesorado universitario?

También Krugman, ¡cómo no!, se ha apresurado a rechazar el acuerdo en su columna en el New York Times, como pueden leer en el siguiente enlace. Una garantía casi infalible de que son acertadas. El pobre Krugman hace tiempo que no acierta una, por mucho que se empeñe en no reconocerlo. Son las secuelas de las componendas en la elección de los premios Nobel de Economía.

Aunque Tsipras ha aceptado las condiciones europeas y el parlamento griego parece que va a hacerlo también gracias a los votos de la oposición, no hay que descartar el “grexit”, que va a pender durante muchos meses sobre la cabeza del pueblo griego, cual espada de Damocles.

Si uno solo de los siete parlamentos europeos que deben ratificar la decisión de Bruselas dice No, el MEDE no podrá prestar un solo euro a Grecia. Si el Eurogrupo y el gobierno griego no se ponen de acuerdo en la forma de instrumentar las reformas previstas en el acuerdo firmado en Bruselas, el “grexit” será un hecho. Si la troika considera que el gobierno griego no está cumpliendo escrupulosamente todos los hitos acordados con el Eurogrupo, lo mismo, y así sucesivamente.

Las condiciones del nuevo rescate son mucho más duras que las rechazadas por el pueblo griego en el referéndum convocado por Tsipras, pero son las necesarias para resolver de una vez por todas el verdadero problema griego que es la falta de competitividad de su economía. La deuda es el efecto derivado de esa falta de competitividad. Los bueyes delante del carro, por favor.

Para que la economía griega pueda llegar a ser competitiva es necesario cambiarla de arriba abajo. Un proceso inevitablemente traumático para muchos ciudadanos griegos, que van a pasarlo muy mal en los dos próximos años. Los españoles de finales de los años cincuenta del siglo anterior pasaron por un proceso muy similar, impuesto por el Banco Mundial al régimen franquista y diseñado al milímetro por Alberto Ullastres y Joan Sardá i Dexeus, que abrió la economía española al exterior y propició el fuerte desarrollo de los años sesenta.

¿Cuánto tiempo puede tardar la economía griega en alcanzar un nivel de competitividad suficiente para entrar en un círculo virtuoso que permita mejorar de forma sostenida el nivel de vida de sus ciudadanos, equilibrar sus cuentas públicas, recuperar la confianza de los mercados financieros internacionales y volver a emitir deuda?

Muchos años si las cosas se hacen mal, menos si se hacen bien.

Por eso, porque no hay garantía alguna de que vayan a hacerse bien, la Eurozona y el gobierno griego deberían considerar muy seriamente la alternativa propuesta por Schäuble: salida pactada del euro durante cinco años con una reducción importante de la deuda griega.

Es una propuesta que coincide punto por punto con la que apuntamos en este blog hace más de cuatro meses y que va a ser la que termine por imponerse, a poco que se tuerce el tortuoso camino trazado en el memorándum del acuerdo firmado por Tsipras y los líderes europeos.

Que nadie se engañe, Grecia fuera del euro tendría que hacer las mismas reformas que le exige el Eurogrupo. Ni una menos, posiblemente alguna más. Eso o quedar reducido a un país marginal.

Algunas consideraciones finales.

Las supuestas presiones de Obama a favor de Grecia, si han existido, no han tenido el menor efecto. Obama es un pato cojo, en el último cuarto de hora de su mandato, que se ha limitado a hacer un gesto dirigido al poderoso lobby greco norteamericano que controla cinco millones de votos demócratas que pueden ser decisivos en las próximas elecciones presidenciales.

Tampoco ha tenido efecto alguno la supuesta importancia geopolítica de Grecia. Los líderes europeos saben muy bien que Grecia no puede abandonar la OTAN mientras no cierre los conflictos que tiene abiertos con Turquía, y que su importancia geopolítica no es la que era en los años cuarenta del siglo pasado. Los cañones de Navarone, que no existieron más que en las salas de cine de los años sesenta, no tendrían actualmente la menor utilidad.

El fracaso de Luis de Guindos en sus aspiraciones a presidir el Eurogrupo, que es el resultado lógico de su patética actuación en la crisis griega, pone punto final a la carrera política de un técnico sobrevalorado en exceso, que volverá sin pena ni gloria al sector privado que nunca debió abandonar.

En definitiva, y para no aburrirles, que continuarán oyendo hablar durante bastante tiempo del “grexit”.

 

 

 

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Gerardo Ortega

Gerardo Ortega ha sido Presidente del Consejo General de Colegios de Economistas de España (1982-1989), Presidente del Registro de Economistas Auditores (1982-1984) y Decano del Colegio de Economistas de Madrid (1991-1999)

Comentarios (2)

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    Gonzalo

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    Entonces que hacemos con los griegos? Los exterminamos? Yo le doy encantado los 500 euros que tocan por español antes de seguir dandoselo a los corruptos mangantes que hemos tenido hasta ahora. Saludos

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    ana

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    Pues se puede decir mas alto pero no mas claro.
    Resumiendo, Grecia si o si lo va a pasar mal durante unos añitos y eso no lo evita nada, si es dentro o fuera del Euro se verá en breve.
    Pero que quería esta gente? Que el resto de los europeos nos ajustáramos a las reglas del juego y ellos no?
    Lo único que han conseguido es retrasar el acuerdo, cabrear a sus socios europeos y darle la última puntilla a su economía ya previamente hecha unos zorros…si señor!
    Y encima ahora tienen que aceptar unas condiciones mas duras que las que habían rechazado porque han perdido la poca credibilidad que les quedaba…un ole por Tsipras!

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