El problema griego

Grecia cerró el año 2009 con una caída del PIB del 3,1%, una deuda pública de 300 mil millones de euros, equivalente al 129,7 % del PIB, un déficit público del 15,7 %, una tasa de paro del 9,6%, y el tipo de interés del bono a 10 años del 5,77%.
Tres años después, tras dos rescates de la “troika” por un importe total de 240 mil millones de euros, ha cerrado el año 2013 con una caída del PIB del 3,9%, una deuda pública de 319 mil millones de euros, equivalente al 174,9 % del PIB, un déficit público del 12,2%, una tasa de paro del 25,7%, y el tipo de interés del bono a 10 años del 8,57%.
Un balance desolador que pone de manifiesto la magnitud de la debacle de la economía griega provocada, en parte, por la política de austeridad a toda costa, impuesta por la “troika”.
Actualmente, el Eurogrupo ya se ha planteado un tercer rescate –por un importe del orden de los 10.000 millones de euros-, que ha decidido aplazar, a la espera de ver cómo se resuelve la elección del Presidente de la República, un problema latente de gran importancia porque si la elección resulta fallida -una posibilidad no descartable con la actual composición del Parlamento griego- el Gobierno deberá disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones generales.
El pasado 9 de diciembre el Presidente del Gobierno, Antonis Samarás, decidió adelantar a este mismo mes de diciembre la elección del Presidente de la República y proponer como candidato a Stravos Dimas, ex comisario europeo de Medio Ambiente, para poner fin cuanto antes a la incertidumbre que genera dicha elección.
Los mercados financieros reaccionaron al anuncio de la decisión del Sr. Samarás con una caída del índice ASE de 200,84 puntos y una subida de la prima de riesgo de 186 puntos.
Una reacción negativa que se explica por el temor a que el Sr. Samarás se vea obligado a convocar unas elecciones generales, que podrían dar la Presidencia del Gobierno a Alexis Tsipras, el líder de Syriza, un partido de la izquierda radical, que propone la suspensión del pago de la deuda hasta que se recupere el empleo y la terminación de las políticas de austeridad.
Son propuestas que chocan frontalmente con los compromisos asumidos por Grecia con la firma del Tratado de Maastricht y de los memorandos de los dos rescates acordados con la “troika”. Un problema muy serio que, si llega a plantearse, la UE tendrá que abordar con la máxima prudencia, porque ni podría permitir el incumplimiento unilateral de los tratados constitutivos de la Eurozona ni imponer a Grecia unas medidas draconianas que terminarían llevando a la miseria al pueblo griego.
¿Pasa la solución del problema griego por una nueva quita de su deuda? Podría ser una solución asumible por el BCE y los estados miembros de la Eurozona tenedores de deuda griega si conlleva la salida, también pactada, de Grecia de la zona euro. A estas alturas lo que no cabe es una nueva quita incondicional, sin contrapartidas, que podría animar a otros países a reclamar un trato similar, aunque su situación económica diste mucho de ser equiparable a la griega.
La vuelta de Grecia al dracma, tras una quita significativa de su deuda pública con la Eurozona, puede facilitar a corto plazo la recuperación de su economía, al liberarla de la disciplina del euro. A medio y largo plazo, las cosas pueden ser mucho más complicadas si el gobierno griego no acomete, desde el primer momento, las reformas necesarias para ajustar el nivel del gasto público a las posibilidades reales de la economía griega, recuperar la confianza de los mercados financieros y de los inversores internacionales.
El coste político de la salida de Grecia sería irrelevante para la UE y el coste económico de la quita para los estados miembros de la Eurozona tenedores de deuda soberana griega sería nulo, si se autoriza al BCE a monetizar la quita de la deuda, una operación que no plantea problema técnico alguno, otra cosa es desde el punto de vista político.
En resumen, si Samarás consigue sacar adelante la elección de Stravos Dimas como Presidente de la República, agotará el mandato legislativo y habrá un tercer rescate de Grecia.
Si tiene que adelantar las elecciones generales y las gana Tsipras, lo más probable es que se produzca una quita significativa de la deuda soberana griega en manos del BCE y de los estados miembros de la Eurozona y que Grecia abandone la zona euro, una solución de compromiso que permitiría conciliar los intereses de Grecia y de la Eurozona y que acabaría definitivamente con la amenaza para la estabilidad del euro que supone el problema griego y las dudas sobre su futuro que alimentan a diario los Krugman, Stiglitz, Shapiro et al.
Etiquetas:Grecia, Krugman, Maastricht, Shapiro, Stiglitz, Syriza
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