La recuperación económica en el alero

Las últimas elecciones han demostrado que una parte considerable del centro derecha ha comprado el maniqueo creado por la izquierda mediática contra el Partido Popular y ha optado por quedarse en casa o por votar a Ciudadanos, un partido de aluvión que vende un discurso regeneracionista y liberal.

El resultado es que la izquierda ha desplazado al PP del gobierno de varias comunidades autónomas y de muchas capitales de provincia y grandes ciudades. Una izquierda fraccionada en varios partidos y coaliciones electorales, pero unida con un único objetivo: echar al PP del gobierno y revertir todas las reformas que han permitido a España iniciar el camino de la recuperación económica.

El maniqueo creado por los animosos torquemadas de guardia en las tertulias diarias del duopolio televisivo es un partido indecente, corrupto hasta la médula, una “organización criminal” se ha llegado a decir,  que ha gobernado contra las “mayorías sociales”, con políticas “austericidas” que han llevado la ruina a millones de familias y que han provocado que un tercio de los niños españoles pasen hambre, que los ciudadanos sean desahuciados de sus casas a patadas, que la sanidad y la educación públicas hagan aguas, que los trabajadores cobren sueldos de miseria, que los jóvenes más preparados tengan que emigrar y así sucesivamente.

Es verdad que la corrupción del PP es indignante, insoportable. Pero toda, también la del PSOE, que en Andalucía alcanza niveles desconocidos en Europa, la de CiU y la que no cuentan los medios porque no vende. También es verdad que Rajoy se ha equivocado de medio a medio al no hacer una limpieza a fondo en el PP y que la manera más segura de regenerar un partido es mandarlo a la oposición.

Lo que es rotundamente falso es que el PP haya gobernado contra las “mayorías sociales” y que su política económica haya llevado la ruina a millones de familias. La verdad es justamente la contraria. Gracias a la política económica aplicada a rajatabla por el gobierno de Rajoy, a sabiendas de que se dejaba muchos centenares de miles de votos en el camino, la economía española ha dejado de caer y está recuperándose rápidamente.

Para los tertulianos del duopolio la mejora de las cifras macroeconómicas no significa nada porque no llega a la gente, es cosa de ricos. Debe ser que los ricos han crecido como setas en España porque son millones los ciudadanos que el pasado verano abarrotaron los hoteles de playa y los que ahora inundan con sus vehículos las carreteras todos los puentes. ¿Es posible que el crecimiento del consumo que reflejan las cifras macroeconómicas, muy fácil de constatar preguntando a cualquier comerciante, se deba a una invasión de marcianitos consumistas? Pues no.

Es verdad que hay mucha gente, demasiada, que lo está pasando muy mal, a la que hay que ayudar. Pero también lo es que España está dejando atrás la crisis que Zapatero intentó capear a golpe de plan E, víctima de los consejos de sus economistas de cámara, entre ellos, del fallecido Miguel Boyer, que en esta ocasión se equivocó. En elogio de Boyer hay que decir que en los años 1982 y 1983 evitó que el PSOE se deslizara por la senda del populismo económico iniciada dos años antes por Mitterrand, un mago de la política que tuvo la habilidad de dar marcha atrás y volver a la ortodoxia económica sin parecer que lo hiciera.

Y es que las políticas económicas “progresistas” que prometen el paraíso en la tierra, aquí y ahora -se acuerdan de los bucólicos paisaje verdes de la propaganda electoral del PSOE en el año 1982-, no fallan nunca, no hay manera de que funcionen.

Afortunadamente, el gobierno de Felipe González, de la mano de Boyer y Solchaga, se olvidó de los paisajes verdes y se puso manos a la obra, acometiendo la reconversión industrial, una tarea peliaguda que, ¡como no!, fue recibida de uñas por las centrales sindicales. Todavía queda algún economista despistado que la considera el principio de todos los males de la economía española.

Treinta años más tarde, la izquierda vuelve por sus fueros de la mano del actual líder del PSOE, que no ha dudado en echarse en brazos del populismo más rampante para obtener unas cotas de poder territorial harto precarias con las que ocultar su rotundo fracaso en las últimas elecciones, y, ¡cuidado!, de los responsables del duopolio televisivo, los Carlotti y Vasile, que han demostrado una maestría inusual en el manejo de las técnicas de manipulación de masas y que van a seguir en sus puestos de mando, mientras sigan siendo capaces de transformar en dividendos contantes y sonantes la posición dominante en el mercado televisivo que les ha regalado “gratis et amore” la simpática Vicetodo, una lince política.

Es un panorama extremadamente confuso que anuncia unas elecciones generales dramáticas.

Si el centro derecha se queda en casa o persiste en votar a Ciudadanos, una piedra en el zapato del PP, la victoria de la izquierda está cantada.

¿Qué consecuencias económicas tendría esa vuelta al pasado? Pónganse en lo peor y acertarán.

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Gerardo Ortega

Gerardo Ortega ha sido Presidente del Consejo General de Colegios de Economistas de España (1982-1989), Presidente del Registro de Economistas Auditores (1982-1984) y Decano del Colegio de Economistas de Madrid (1991-1999)

Comentarios (1)

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    El Panderetero

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    Por reformas supongo que se referirá a la pésima reforma laboral que lo único que ha hecho es abaratar el despido y mantener la burocracia y maquinaria recaudatoria del Estado a costa de empresarios y trabajadores.

    El PP es un partido corrupto y sobre todo INEPTO.

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